Llegas al valle donde te aguardan los indígenas. Tú no los reconoces pero ellos a ti sí. Saben que eres su compañera de camino y tus mensajes de otras vidas les ayudaron a trascender.
El sol brilla cálidamente y te sientes bienvenida, acogida por el corazón sencillo de estas gentes que cooperan contigo sin interferir ni interceder por nadie pues allí la vida es plácida y a todo se le permite ser con la naturalidad de un niño amado.
Experimentas ese lugar como una prolongación de tu espacio interior: libre, desnudo y amable. Estas gentes humildes hablan con Dios con la misma facilidad con que los ángeles vuelan con sus alas. Ellos son capaces de comunicarse con interrealidades y realidades adicionales a las nuestras y tomar de ellas conocimientos para purificarse, elevarse y trascender los engaños de la mente. Desde pequeños enseñan a sus niños a abrirse a sí mismos para que nunca pierdan el canal de comunicación del tercer ojo y con el alma del bosque.
El agua del río corre cristalina y pura y te cuentan que la cristalinidad de las aguas responde al reflejo del grado de comunicación máximo u óptimo de las almas que se nutren de ellas, pero no lo dicen con arrogancia sino con la convicción de haber tomado de la filosofía de esas aguas sanadoras desde niños.
Los niños de la aldea te esperaban alborotados y te dan de la mano. Hay algo familiar en sus gestos, en la inocencia de sus expresiones, muecas y palabras. Pronto los consideras unos pequeños sabios que te enseñan a recordar quien eres y que te hacen feliz. Aquí sonríes tanto como ellos y te sientes libre como una chiquilla despreocupada.
La vida fluye por sí misma sin la carga de las complicaciones de la sociedad egoica. Los niños te señalan tu nuevo hogar: una preciosa cabaña de madera y otros materiales robustos con agua corriente, electricidad, algunos extras más y, por supuesto, vistas al paraíso. Allí preparas una habitación donde puedes escribir más cuentos, pintar ilustraciones con los niños y colgarlas al Universo virtual del mundo. Al igual que fluyes con tu nueva experiencia, también lo hacen tus palabras, tus dibujos, tu percepción humilde, cordial y liviana del hermoso mundo que te rodea con amor y eso queda imprimido en cada una de tus historias que tienen el poder de llegar a los corazones que conectan con la emoción grandiosa del amor.
Tu trabajo es a medida y más que un trabajo, lo consideras tu vocación. Es variado y consta de diversos aspectos y proyectos, todos ellos del agrado de tu alma que lo vive gozona y alegre. Experimentas los corazones tranquilos con quienes conversas a diario como una bendición para la humanidad.
a forma de vida de los aldeanos está en sintonía con la vibración pura de la madre naturaleza y a ella le rinden respeto, tributos y ofrendas. ¿Quién hubiera dicho que los niños y los jóvenes acabarían convirtiéndose en tus maestros de ilustración y dibujo? ¿Quién hubiera dicho que ellos inspirarían tus cuentos más instructivos y bonitos? ¿Y esas reflexiones que escribes basadas en la sabiduría indígena, pura del alma, originaria de la luz tan similar a la filosofía de las hadas?
Este se ha convetido en tu lugar, tu medio, aquí eres en paz. Todo pasa despacio para permitir el ritmo mágico de los acontecimientos. Aquí, en plena naturaleza, la luz es más clara y por eso trae a los que la absorben una visión clara de las cosas. Penetras en el corazón del bosque y experimentas el milagro de ser, la naturalidad con que éste crea las condiciones para la elevación espiritual, la belleza que en él crece y se desarrolla, como las raíces de la vegetación de la selva.
Grandes tradiciones celtas se funden con las costumbres de estos habitantes, practicantes de la religión de la Tierra, la que enaltece hasta lo minúsculo que hay en ella, incluso las semillas, que luego se convierten en poderosos árboles que brindan sombra y alimento medicinal a los residentes del lugar.
Los niños hoy ríen sin parar, juegan con los animalitos a quienes se les enseña a respetar y honrar su alma. El aura de respeto que envuelve esta región autóctona es algo que habías estado buscando desde hacía tiempo y en lo que nunca habías dejado de creer. Y aquí la tienes, además, ellos te lo ofrecen todo a cambio de nada, aprendes una bella lección de estas gentes sabias que saben combinar con su actitud el compromiso con el desapego.
Aquí no se juzga, es como si el mal se habiera caido y ya no se sostuviera ni con muletas porque tan sólo representaba a una ilusión falsa que aquí muere. Interiorizas esto como el mayor de los tesoros y aprendes de esa presencia testigo que todo lo inunda, en estos campos de árboles frutales exóticos, esa presencia neutral que los niños no olvidan cuando se convierten en adultos. Este aspecto despierto del ser descarga el sufrimiento del alma de la Tierra que ya está muy cargada de negatividad, juicios, crítica, ofensas, miedo, dolor, sometimiento... Fluir con la misma libertad de la naturaleza contribuye a elevar la luz planetaria y algunos seres de dimensiones superiores colaboran con nosotros a este propósito.
Aprendemos de nuestras experiencias y debemos escuchar a nuestra voz inteior sin dejarnos mermar, condicionar o manipular por las palabras de aquellos que se engañan a sí mismos y a otros, creyendo saberlo todo o erigiéndose en la palabra de lo divino. Si crees recibir un mensaje divino y deseas transmitirlo, entonces debes aclarar que lo has recibido y por si acaso tu mente hubiera malinterpretado o transmutado su pureza original, entonces, puedes decir que que esa es tú visión y que cada cual es libre de tomarla o dejarla. Si te eriges como un mensajero divino, entonces, la vida te conducirá a vivir la verdad que predicas para verificar si eres coherente y fiel a ella. Por cada consejo que des a los demás sin ser solicitado, se te hará experimentar a ti el significado de tus palabras. Por eso lo ideal es hablar por conocimiento de causa, es decir, de haber experimentado por tí mismo cada una de tus palabras y ejemplificarlas en tus actos.
La luz del sol es tan clara hoy que te parece la luz de Dios y desde la intimidad de tu meditación, sientes esa caricia, ese roce silencioso que proviene del cielo y que te confirma el cariño que cada día recibes del cielo.
En esos niños... ves grandeza y sus padres les permiten ser y lo consideran tan natural... estás ante una humanidad que les permite abrir los ojos a los niños y cree en ellos. ¿Puede pedirse algo más? Esos niños ahora están dormiditos en sus camas y le das las gracias a Dios por compartir tu vida con ellos. En realidad, aunque externamente pudiera parecer que les enseñas tú a ellos, son ellos los que te enseñan a ti, conscientes de tu poder el cual van a contribuir a reverberarlo en su medio para que comprendas su significado y puedas comprenderlo, traducirlo o descifrarlo. Estos niños saben cómo piensas aunque no siempre puedan expresarlo en palabras y van a convertirse en el ancla de tus sueños, allá donde ellos pueden descender de su embarcación y llegar a la orilla para cobrar vida.
Silencia tus preocupaciones porque este es tu hogar y en él vas a resplandecer con la fuerza de las estrellas, que bañan el firmamento con su luz para señalar la belleza cósmica.
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