El silencio te amansa los sentidos y te ahonda a lo más íntimo de tí, allá donde existen tus secretos desde hace tanto tiempo que incluso
los habías olvidado. Sin embargo, la consciencia presente que en este bosque se respira es algo que ye toma y ye convierte en su invitada, todo un honor.
Tus miedos y preocupaciones se caen y se esfuman de forma natural y sientes que eres, experientas, percibes e intuyes de forma parecida a como lo hacen los niños. Es como si todo te resultara nuevo y luminoso, tan bello que no comprendes como antes lo habías pasado por alto.
Te parece un milagro el mero hecho de la naturalidad con que todo acontece a tu alrededor. Te postras ante esta nueva realidad y agradeces el haber llegado aquí. El vuelo de los insectos y de los pájaros acaricia el cielo y rebosa libertad.
En este bosque de montañas escarpadas y arenosas todo cobra vida y experimentas su intensidad con la viveza y la claridad de un niño deseoso de conocer el mundo pero sin prisas para que no se le escape ningún detalle que a un adulto pudiera parecerle nimio, sin relevancia.
Te das cuenta de que en todo lo que te rodea existe un alma divina, un pequeño Dios dispuesto a revelar su conocimiento a quien ha desarrollado una conciencia de ser. Tu propia paz interior te sobrecoge y te regala uno de los más hermosos momentos de tu vida al contemplar a las especies animales que parecen no sentir temor por tu presencia, comportándose con naturalidad cerca de tí, considerándote, así, como parte de este reino animal que tanto te ha enseñado y que respetas como al Dios que me encuentras a cada paso de este bosque exótico y frondoso.
Una cascada se cruza en tu camino. Emana frescura y belleza. Das gracias por la pureza de estas aguas benditas que poseen la virtud de purificar las almas que las beben. Sacias tu sed en ellas y te ves de niña, sonriendo a tu parte adulta y diciéndote que has logrado conocerte a mí misma y dejar caer el ego, simplemente, aceptando el ahora como un divino emisario del cielo del que todos procedemos.
Desde que llegaste aquí, según te cuentan, has desarrollado un brillo especial pero tú sientes que corresponde al brillo propio de la madre naturaleza que irradia en el corazón de cada uno de sus hijos que la reconoce como madre y le brinda respeto. Consideras, pues que el mérito es de ella, tú, simplemente, te dejas llevar y la tomas de la mano. Ella es tu madre y sabes que no te dejará.
El sonido de fondo de la selva te resulta tan relajante que te quedarísa dormida con él, en un estado de bendición que hace que sonrías a tus sueños y que vivas precisamente ahora tu gran sueño: el que la vida te trae a cada latido y con el que fluyes con la mansedumbre y la entrega con que los peces se entregan a la corriente que los guía.
Desde esta posición, notas la magia en cada gesto, en cada detalle, en el espíritu de belleza que es el alma que infunde vida a todo lo que es.
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