Este lugar destila luz allá donde vayas. El instante te acompaña como una compañero manso a quien te has entregado para fluir eternamente en su corazón. Por eso, en la intimidad del instante, te emociona la belleza de esta sabana tropical, tan exótica y diversa en su infinitud de formas.
De un lago emerge una sirena que observa imparcialmente desde el instante desnudo y tú empatizas con ella desde tu espacio interior, vacío de ti misma, preso de tu alma. La cristalinidad de las aguas te alerta sobre la pureza del lugar y de la riqueza de biodiversidad animal. Los lugareños de este lugar honran la madre naturaleza desde la tranquilidad de su espíritu y la humildad de su alma, a las puertas de la iluminación. Esta actitud serena de los originarios de estas tierras proviene de su trasfondo santo con el cual impregnan cada
gesto.
La gente de este bendito lugar cree en sus niños, en sus jóvenes, en la educación en valores y la integridad que se respira en su comportamiento habitual. Ellos son partícipes de una riqueza emocional para la cual la raza humana fue creada, vivo ejemplo del alcance de la inteligencia al servicio del alma y de la divinidad que
anida en sus corazones honestos. Por esta razón, la madre naturaleza se acercó a esta población para bendecirla con su belleza verde, atraída por la belleza interior de los autóctonos.
anida en sus corazones honestos. Por esta razón, la madre naturaleza se acercó a esta población para bendecirla con su belleza verde, atraída por la belleza interior de los autóctonos.
Aquí el instante es manso, hermoso, dulce como las frutas exóticas de este trozo de cielo en la Tierra y libre como los niños que aquí crecen. Y si el instante fuera distante de todo esto, simplemente se acepta como es desde la dicha de ser. Cada paso de los nacidos aquí es un paso santo y bendicen aún sin saberlo. Enamorados de su tierra, el arco iris se posa en el aura de estas gentes y en este enclave privilegiado donde Dios anda cerca.
Siento el momento, experimentándolo en lugar de dar paso a la razón, sin tildarlo ni tratar de definirlo. Entonces me encuentro con al ahora cara a cara y me parece divino, un milagro. La atmósfera amorosa de esta sabana, me hace llorar de felicidad y presenciar la grandeza que nace de la autenticidad del ser de este lugar cautivador, que refleja la perfección divina en todo lo que contemplo extasiada.
Los reinos animal y vegetal constituyen los emperadores de este valle al igual que el sol se ha enseñoreado de sus cielos. Hay algo sutil aquí que me resulta familiar, cercano. El equilibrio que este lugar me transmite, me hace converger con mi alma de tal modo que la siento clara, a flor de piel en este vergel que intuyo fue poblado por mis ancestros y que visito por primera vez ahora parafamiliarizarme e integrarme con mis raíces.
Aquí se desvanece el temor por el peso de una verdad que se me va rebelando poco a poco. El graznido de un pájaro, me resulta emisario del momento pues me recuerda que el instante me toma y me convierte en su presa para impedir que nunca más se me escape. Me siento privilegiada por la compañía intensa del instante y como si yo estuviera en una fortaleza oteando el horizonte, fundo mi mirada con el ahora que diviso, sabiendo que el aquí y el ahora es el camino que encuentro en este paraíso de ensueño.
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