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martes, 3 de julio de 2012

Canalización de los guías

Sientes esa magia, esa vivificación de la materia elevada por la energía de amor que insuflas en cada uno de tus actos. Eso te sucede porque ya sólo la autenticidad es objeto de tu atención y todo aquél que no vibre en este campo de acción, simplemente se desvía de ti. 
 
Mirar lo que no concuerda con tu vibración sabes que es una pérdida de tiempo y una afrenta contra la reverencia o sacralidad de lo que te acontece. Por eso, no temas sentirte tan viva y acercarte a los que te enseñan con su ejemplo lo relevante que es sentir y experimentar amor, esa grandeza de sentimiento que va más allá de lo romántico y nos empuja a pacificarnos y a creer en nosotros. 
 
A estas alturas tú ya no puedes permitirte sentimientos negativos y si aparecen, tú les das la vuelta buscando lo positivo o la enseñanza. Cuanto antes la integres, antes se irá lo inquietante, como un velo arrancado por falta de sentido. 
 
Estás rodeada de inteligencia y de reacciones maduras y sagaces que enriquecen tu vibración y la levantan al nivel de la alegría serena que ellos ya han incorporado a la suya. La convicción en el propósito de tu misión es la que logrará fijarla. 
 
Estás rodeada de unos ángeles particulares que te protegen y te irradian optimismo, ocurrencias y bromas. Son pequeños regalos que recibes encantada pues te hacen sentir princesa y regente del ahora.
 
Respetas sus diferencias y te mezclas sin perturbar o interferir desde la prudencia y la seguridad de que si tu espacio debe ser respetado, entonces tú debes respetar el de los demás. Eso incluye no hablar demasiado y centrarte en ti sin descuidar tu alrededor, estando receptiva y atendiendo el instante.
 
La luz del ahora te ilumina, como una columna enorme donde miles de ángeles descienden hacia ti y desde tu centro se van hacia donde sean llamados. Tu luz los atrae y los acoge y desde ella se desplazan en pos de su propósito.
 
Sigue caminando y dejando que el ahora llegue a ti sin condicionar, sin esperar, sin contaminar. Así, todo se despliega en su esencia divina, en su manto tejido de la perfección de un presente prometedor y libre.           

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