Te zambulles en aguas saladas fondeadas por agua dulce en algunas de sus zonas y experimentas la plenitud del estallido de vida que se sumerge en ellas. De igual manera, que la conciencia marina es infinita y acoge en su regazo a todas las especies marinas, animales y vegetales, de igual modo, la divinidad te acoge a ti y aunque no la veas, guía tus pasos gracias al aliento de vida que ha insuflado en tu alma. Tu alma ha sido sanada pero si algo floreciera en tu futuro, sigue sanándola y limpiando viejas memorias que traen el recuerdo del cuerpo del dolor.
La influencia de fuerzas intuitivas que generas en tu corazón crea un campo magnético que no sólo te libera a ti sino también a aquellos cercanos a ti que van a recibir sin saberlo sus beneficios.
La fluidez de las aguas circula en tu alma y en tu corazón y por eso vas notando como tu karma se va limpiando y la paz flota en sus aguas como una embarcación poderosa que va a estar siempre allí anclada. Sin embargo, la paz también va bajando hacia el fondo e incluso hacia el núcleo de la Tierra pues ése va a ser precisamente el regalo que te van a hacer tus guías terrestres y naturales (hadas, duendes, gnomos, elfos, etc.) y también la Madre Tierra.
Con tanta paz en tu interior, conduces esta inmensidad a los demás y dejas de juzgarlos y de sentirte mal, si fuera preciso debes marcar límites y es que una actitud de entrega nunca debe de olvidar el propio espacio y margen de acción y sobre todo la entrega nunca debe de degenerar en servilismo o sumisión. La obediencia nunca debe de pasar por encima de la autoestima y la dignidad, obedecer a uno mismo o a los demás nunca puede implicar perjudicarse a uno mismo o a los demás. Nunca. La obediencia forma parte de la dispciplina pero una obediencia ciega puede derivar en fanatismo o egocentrismo basado en una inseguridad, miedo o culpabilidad.
Con tanta paz en tu interior, conduces esta inmensidad a los demás y dejas de juzgarlos y de sentirte mal, si fuera preciso debes marcar límites y es que una actitud de entrega nunca debe de olvidar el propio espacio y margen de acción y sobre todo la entrega nunca debe de degenerar en servilismo o sumisión. La obediencia nunca debe de pasar por encima de la autoestima y la dignidad, obedecer a uno mismo o a los demás nunca puede implicar perjudicarse a uno mismo o a los demás. Nunca. La obediencia forma parte de la dispciplina pero una obediencia ciega puede derivar en fanatismo o egocentrismo basado en una inseguridad, miedo o culpabilidad.
Las olas del mar van y vienen y eso nos recuerda la transitoriedad o impermanencia de las cosas. Las experiencias y las personas vienen y van y aceptar esa naturaleza intemporal es adaptarse a la esencia misma de la vida en este planeta donde nada es eterno a excepción de la verdad o la evolución del alma, por ejemplo.
Sigue leyendo e integrando palabras espirituales en tu interior y ellas brotarán de tu alma como las flores de un cultivo rico y próspero. Esas palabras tocarán corazones y sonrisas y contribuirán a la transformación interior.
Nunca permitas que nadie te arrebate tu centro o te desvíe de tu norte o rumbo.
Nunca permitas que nadie te arrebate tu centro o te desvíe de tu norte o rumbo.
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