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sábado, 14 de julio de 2012

Canalización de los guías

Estás en una playa del norte y el susurro de las olas te acaricia el alma y te humedece tus largos cabellos. En estas lejanas tierras has recogido más paz y conocimientos de los que jamás pudiste imaginar. Pero ese legado es el tesoro que te has ganado por derecho kármico y ahora, cerca de estas aguas saladas, estás embebida de tu luz, llena de ti, te sientes tan completa que de la mano del cielo te elevarías hacia el infinito y gritarías a otras dimensiones la alegría y la dulzura que te acompañan en tu camino. Con tus gritos de felicidad romperías el velo de silencio que rige en esos lares y despertarías a los ángeles.

Sientes el amor y te percibes volar con el vuelo rasante de las gaviotas de la costa. No envidias su libertad porque te sientes tan libre y ligera como ellas, tan dueña de ti misma que ya no te acecha ninguna duda pues estás bañada de verdad y de la convicción de que eres la poseedora de tu brillante y resplandeciente destino divino. 

En esta playa sagrada sientes a Dios acurrucado a tu lado y le das las gracias por haber creado tanta perfección y otorgarle el don del libre albedrío. Te estás familiarizando con el devenir de las leyes de la naturaleza, esas leyes que ahora reposan en tu corazón y a favor de las cuales vas a seguir trabajando en tu compromiso de trabajadora de la luz sustentadora de la creación.

Escuchas a lo lejos el canto de las sirenas y de las hadas que se han reunido como tu comité de bienvenida. A lo lejos está el castillo, ese centro de enseñanza con tanta energía irradiando en su interior y que te ha pertenecido encarnación tras encarnación. Ruegas a los seres alados que te sigan instruyendo y que se aseguren de que vas a ejercer con responsabilidad tu cometido y, para ello, les pides paciencia y orientación. 

Cerca de ti hay muchas respuestas y solicitas al Universo comprenderlas todas y guardar en tu interior aquello que está destinado a crecer y ser repartido al mundo expectante.

Tu maestro te llama y te pide que regreses a tu base de operaciones: el centro energético de ese lugar encantado pues debes seguir a cabo con lo encomendado. Le preguntas que qué puedes hacer para agradecer todas las maravillas que te están siendo transmitidas y él te responde que has estado esperando mucho para recibirlas y que ahora simplemente van a constituir tu mayor tesoro.

Una vez en el castillo, miras a través de los cristales tintados de una ventana de una parte muy elevada de ese enclave mágico, sereno y callado y das las gracias por haber sido guiada hasta allí. Irradias felicidad y belleza y desde allí envías luz a las estrellas.       

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