Existe en el
espacio un momento de calma total que precede a la existencia y a ese
momento debemos regresar antes de encontrarnos con la imagen que nuestro
reflejo siempre proyectó
de nosotros.
Salir de ese espejo y darnos cuenta de nuestra unidad es
un reto que debes afrontar. Sólo trata de hacer las cosas suavemente y
lentamente, cuando la resistencia interfiera en tu existencia.
La
resistencia es una arma que la oscuridad aprovecha
para hacer que todo sea menos luminoso y nos dejemos arrastrar hacia
las profundidades de un océano del que no somos conscientes.
Te darás
cuenta de que cuando te abres gradualmente, la realidad se muestra desde
la sinceridad y la autenticidad de ser.
Si algo
no es coherente o está distorsiondo respecto a la verdad de tu ser,
siempre eres libre de apartarte pues debes respetar el momento evolutivo
de cada cual y no forzar un despertar que quizás no sea momento de sacar a la luz.
Si alguien se encierra demasiado en su rol
de víctima no asumas su responsabilidad. Nunca lo hagas pues eso
supondría una enorma carga karmática para ti. En el pasado lo hiciste,
ahora simplemente no lo hagas. Es mejor echarte a un lado y dejar que
todo siga su curso como el agua del río que fluye
libremente sin retener nada que no lo desee. Y no te sientas mal por
dejar que uno sea como es y que no te manipule. Tú ya no eres esa niña débil
que muchos construyeron. Ya no.
Esa niña sabe decir que no y no jugar
con fuego. Esos juegos dañinos ya no son para
ti, aunque vayan acompañados de falsas lágrimas. Esas lágrimas ajenas
se van río abajo, en tu río emocional donde sólo aflora lo sano y lo
hermoso, lo que es verdad. Báñalo con tu amor de niña revoltosa y parlanchina que ha
aprendido la mesura de la reserva y la alegría comedida
que, sin embargo, emerge de cada poro de su piel blanca y suave.
Sigue sanándote y confía en que tus maestros están de camino.
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