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jueves, 28 de junio de 2012

Canalización de los guías

Caminos de luz desfilan ante ti, arropados por senderos de agua transparente y dulce cuyo vapor te rodea el alma y te embebe de la frescura de la mañana. Montañas y valles se yerguen y contemplas con reverencia su belleza perfecta y profunda, mientras te sientas a meditar, cuando las hadas se acicalan sus cabellos de luz en el riachuelo y los elfos cruzan el puente levadizo hacia ti. Vienen a revelarte su sabiduría divina para que tú la compartas en secreto con la humanidad y les des tu luz. El castillo se eleva majestuoso e imponente tras las montañas, es como si esta edificación se hermanara desde su posición con la grandiosidad de los picos nevados. A ellos les dedicas tus melodías sinfónicas generadoras de equilibrio pacificador. 

Desde tu acogedora posición te abres a la sabiduría que te llega y la agradeces con cariño antes de transcribirla en tus libros y pronunciar sus palabras sanadoras. En tu columna de paz miles de ángeles llegan de todos los confines y penetran en la Tierra para esparcir sus dones y crear esperanza.

Tus aves ya forman parte de tu vida, su vuelo alto y grácil te recuerda que tú tienes tus propias alas y que debes descifrar cómo elevarte con ellas. 
Tomas el trono y el cetro que antaño fueron tuyos y que tanto tienen que transmitirte ahora pero no tienes prisa pues sabes que el tiempo no transcurre para ti, en tu dimensión sin tiempo, una dimensión donde él se convierte en un aliado callado e invisible, que se muestra respetuoso y obediente.

Admiras las estrellas colgadas de la bóveda que te cuida durante las noches. Tus sueños te revelan como aligerar todavía más tu carga y te muestran la cara de tus abuelos, que desde el más allá siguen cuidando a su nieta del alma y contándole secretos reservados a ella. Ellos han ido preparando tu camino para que no te fuera tan dificultoso recolectar los frutos que ahora saboreas con la inocencia y el agradecimiento de una niña despierta y un tanto revoltosa. Esa chiquilla, que eres tú, corre libre y sonríe con la fuerza de aquellos bebés que han venido para bendecir el mundo y transmutar la densidad en positivismo, libre de todo mal.

Tocas las rocas, sabiendo que ellas contienen más secretos para ti, y te alejas de ellas al trote con tu caballo, ese fiel confesor que te abraza con sus relinchos y su respiración profunda y rítmica, en unísono con el latido del Universo, ése que siempre ha cuidado de su niña de las montañas

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