Adorabas
los caballos por la sensación de libertad que te brindaba su trote.
Seguías con ellos, aún a riesgo de quedarte exhausta, pues tenías con
ellos, especialmente
con uno una conexión especial que iba más allá
del lenguaje y del mundo de la materia. Su latido te transmitía vida y
afinidad. Solías abrazarlo y enviarle o demostrarle tu afecto más
sincero. Él te lo retornaba con creces, a veces, con
alegres relinchos y permitiéndote estar siempre cerca de él y mantener
un estrecho contacto.
No
recuerdas nada de eso pero ese caballo y los que estaban en su grupo
van a venir a reencontrarte y llevarte con ellos a su rancho en las
montañas.
No
evoques la carencia y ésta pasará de largo pues tu karma no es tan
negativo como para eso. Sigue con tus meditaciones de envío de luz de
amor sin condiciones.
En estos momentos, es crucial que adoptes esta actitud. Cree en ti y en
la vida que te cuidará siempre y te abrazará con sus alas.
Este es
un momento idóneo para que respires y emanes paz en medio del
torbellino y confíes en tu intuición. Da pasos cautelosos pero seguros y
firmes. Sigue sin
precipitarte pero tampoco te amilanes y cree que la caída no conseguirá
alterarte sino subir con más fuerza haciendo gala de tu equilibrio y
bienestar emocional.
Te
enviamos nuestra luz y sabemos que estás adoptando los pasos adecuados
para consolidar tu compenetración con el mundo que te rodea. El
conocimiento al que
te diriges es el adecuado y en este sentido siempre recibirás
orientación para llegar a la información que más necesitas.
Lo
bueno se irá desplegando paulatinamente ante tus ojos y tú, sin dar
crédito, irás corriendo tu velo de incredulidad que ahora te separa de
la belleza que vas
a disfrutar. Sentimos que ya va siendo hora de recolectar tu legado
pero no de golpe sino paso a paso de tal forma que lo irás valorando con
tal deseo de agredecimiento y lucidez que tu transparencia emocional se
contagiará allá donde vayas.
Trabaja tu
interior desde tu interior y lo demás vendrá por sí mismo y te envolverá
como un vestido, como el de las hadas vestidas que tanto te piden que
valores tus ropajes
pues, si lo haces, todo lo que te envuelve adquirirá un matiz de luz
tan brillante como si un tesoro se mostrara ante ti y lo poseyeras desde
la verdad del corazón, ese tesoro cargado de dones que
tú estás predestinada a recoger y llevar contigo para siempre,
encarnación tras encarnación.
Pide a los
tuyos que te lleven a un camino de transición hasta tus dones y ellos
obrarán por sí mismos. Su poder es tremendamente luminoso, inspirador,
motivacional, alentador
y sanador. Sigue tranquilizándote y estando en paz para estar
plenamente preparada para recordar tus dones e insuflarles luz de paz.
Preciosa niña,
tu alegría desbordaba tus días y tu espontaneidad saludaba a cada rayo de
sol. Esa chiquilla ya está de nuevo contigo bailando y dándote besos de
bienvenida.
Los
guías conocemos perfectamente sobre lo que debemos aleccionarte para
permitir que en el instante adecuado recojas lo que tanto te pertenece y
tanto te corresponde habiéndolo ganado legítimamente. Empléalo para
sanar al mundo pero por el momento sigue sanándolo
desde tu posición particular la cual te irá conduciendo a nuevas y
amplias perspectivas que abrirán un nuevo mundo en tu momento actual.
Solo te pedimos que dejes atrás todo resentimiento hacia los que no te
apoyaron sino que sigas trabajando en la recuperación
de tu alegría interior, ésa con la que naciste y que vas a ir
recuperando hasta que se convierta en el abrigo que otorga calidez a
cada uno de tus días en la Tierra. Destapa lo bueno que hay en ella y
comprende que la negatividad tiene que existir para ayudarte
a valorar y reconocer lo bueno de la Tierra, en un éxtasis de
agradecimiento que te empujará a tener compasión por aquellos que no
tienen o no tuvieran la dicha de experimentar la vida tal como lo haces
ahora.
No juzgues, sólo ríe y corretea con tu niña interior,
aquella que te llevará de regreso a las montañas, ríos y praderas que
tanto amas. Allí es donde te ven tus abuelos y a donde van a guiar a su
querida nieta, esa niña de sus ojos que les enseñó a sonreír más y a
decirles que la luz interior es la mejor de las bendiciones,
capaz de hacer que las montañas se inclinen para dejar entrever el saludo
de nuestro creador y, de este modo, podamos percibirlo más de cerca y creamos
firmemente que nuestra divinidad existe desde que nacemos. Potenciarla y llevarla a
la luz en vida es nuestro mejor compromiso.
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