Siento la paz de los delfines hoy. Las sirenas han cesado de cantar para permitir que el espacio del silencio se ancle en sus corazones y tome a las embarcaciones de la playa por sorpresa, callándose incluso el viento que impulsa las velas.
Todo resta quieto en este océano amoroso donde las olas mansamente van y se van de la orilla una y otra vez, silenciando su movimiento, calladas, como si todo en secreto hubiera decidido ralentizarse o detenerse.
El silencio ha arraigado y se extiende como una onda gigante de agua que cada vez es más grande hasta abarcarlo todo y convertirse en el contenedor contenido.
Cuando las estrellas sonríen a la luna, ésta en lugar de bailar, camina de puntillas, sigilosa pues nada se escucha en el vacío, todo permanece en calma. Se crea un espacio donde te llenas y te vacías a la vez, donde todo se experimenta luminoso y pasa a través de ti, donde haces de filtro, donde algo llega al corazón y el resto pasa de largo, donde la libertad deja de ser un mito para ser respirada en el ahora.
Los gnomos nacemos de este silencio, del espacio sagrado y eterno donde él se genera, y acoplamos nuestra alma al alma de la vegetación y los animales pero sobre todo a la de los árboles con quienes conversamos. El alma de la Tierra suele unirse a nuestros diálogos en los que ella nos transfiere su sentir y su sabiduría. Así pues, desde que nacemos los gnomos estamos íntimamente ligados a las entrañas de la Tierra, al corazón de la madre naturaleza, a los secretos del Universo. Nuestro legado sólo puede ser depositado en corazones nobles, inocentes y puros como los niños, aquellos que no pueden ser corrompidos ni manchados. Tú eres uno de esos corazones y además vamos a acercarte a aquellos corazones que, como tú, están libres de emociones dañinas y que sólo se abren al amor, batiendo sus alas para expandir su grandeza interior.
Una amorosa melodía es creada desde este tipo de corazones libres y cautos, comprometidos con su misión y maestros en hacer volar a los demás. Milagros y bendiciones esperan a estos corazones, que recogerán tesoros y dicha en abundancia al estar desprovistos de contaminación egoica. En sincronía con el gran espíritu del Universo, caminan creyendo en sí mismos y en la madre que les recuerda su origen y les silba al oído música celestial con la complicidad de los ángeles.
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