Cantos de sirena te bañan el alma, mientras te sumerges parcialmente en este mar de ensueño, arropada por ballenas y delfines que a lo lejos asienten que formes parte de este escenario salado y marino donde todo cobra vida.
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Contemplas el horizonte y la posición de los delfines y las ballenas te parece como si ellos se asomaran a verte por la ventana del mar o es quizás al revés, es decir, ¿eres tú quien se asoma a verlos?
Te planteas el mundo como una enorme comunidad de vecinos donde todos salimos a la ventana y nos vemos unos a otros desde nuestra visión particular. El reto consiste en ampliar esta visión, en ensanchar nuestra ventana interior para una mejor comprensión y escucha de cuanto aparece ante esta ventana que inevitablemente irá cambiando con el tiempo.
Te planteas el mundo como una enorme comunidad de vecinos donde todos salimos a la ventana y nos vemos unos a otros desde nuestra visión particular. El reto consiste en ampliar esta visión, en ensanchar nuestra ventana interior para una mejor comprensión y escucha de cuanto aparece ante esta ventana que inevitablemente irá cambiando con el tiempo.
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En el mar me relajo y disfruto de mi ligereza y flotabilidad, mientras recibo la tibieza del sol como el amor de un padre hacia su hija.
Durante este baño, celebro la vida con el mismo agradecimento con que un niño juega con algo simple pero que lo reconoce como el más grande instrumento para sus juegos. En el mar me resulta fácil fluir con la vida. ¿Cómo se siente la corriente, cuando circula? ¿El agua siente?
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No sé si ella siente, sin embargo, si sé que ella contribuye a que yo me sienta bien. El agua constituye un depósito valioso engendrador de vida que contribuye a que otras formas de vida puedan existir.
El agua es un medio que al adentrarte en él, te permite ejercitar tu cuerpo con facilidad, además, la salinidad del mar sana el cuerpo y me revitaliza las articulaciones y los músculos.
El agua es la mayor bendición para el planeta Tierra. Me siento afortunada por contar con este líquido maravilloso: el oro verdadero de la Tierra que nutre a la maravilla de la creación. Así es como el agua constituye una puerta de acceso a la vida.
Desde pequeña me gustó el contacto con el agua sobre todo con el agua dulce. Me crié en plena naturaleza salvaje de montañas majestuosas que osaban elevarse casi a la altura de lo divino y acariciar con su cima la luz de los ángeles. El agua brotaba a chorros por todas partes sobre todo en estaciones de lluvias que dibujaban arroyos, barrancos o lagos en casi toda la zona. Gracias a la lluvia el agua nos salpica el alma y nos llena de vida. Gracias, agua, por esa labor que facilita que todo exista aquí.
Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustración: Acuarela
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