Como la brisa marina que levanta tus pensamientos negativos y los disuelve, lanzándolos al corazón del viento, tu luz irá sistemáticamente cobrando fuerza a la vez que los obstáculos irán cayendo o tornándose transparentes.
Te soplan las hadas bendiciones y milagros que se bañan ahora contigo en esta costa repleta de belleza y de cristalinidad pues más que piedrecitas en la orilla ésta parece estar repleta de bellos cristales pulidos depositados por los ángeles.
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Déjate seducir por la temperatura natural de estas aguas que te sanan el alma y embrujan a las fuerzas densas para transmutarlas o elevarlas. Estas aguas saben a dulzura y a salinidad, pues encierran un equilibrio que en pocos lugares de la Tierra existe. Pero tú has llegado aquí para integrarlo y hacerlo tuyo. Destila esta playa, que casi puediera tildarse de caribeña, un aura de perfección y luminosidad que te conmueve.
Parece como si todo lo que tanto te dañó estuviera predestinado a quedarse en la puerta de este paraíso para únicamente poder contemplarlo y tomar consciencia de lo perdido. En tu aura ya sólo queda tu poder personal y todo lo diferente a eso, simplemente se desengancha, se retira.
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Inspiras ese amor que te rodea y que sientes en todo lo que ves: en las rocas, en los pececillos, en las olas, en la puerza del aire, en tu alma gemela,... Sonríes y te sientes la niña mimada del Universo que, en silencio, lo recibe todo con agradecimiento y paz.
Percibes un corazón que te abraza en todo lo que tus ojos se posan. Un corazón en el mar, un corazón en las rocas y en las algas, un corazón que late con fuerza y que sabe dejarse ir.
Deshinchándote como un globo, sale todo lo que sobra y de este modo logras quedarte a solas
con tu corazón, cara a cara tú y él. Así que no tenéis más remedio que dialogar y escucharos. Y en esa conversación intimista, le das las gracias a tu adorada Madre Tierra por conducirte al camino de ser, desvinculándote de lo no inmediato y de lo no trascendente, siendo capaz de discernir y no perderte la intensidad con que late ese corazón del instante, el mismo que vibra en tu interior.
con tu corazón, cara a cara tú y él. Así que no tenéis más remedio que dialogar y escucharos. Y en esa conversación intimista, le das las gracias a tu adorada Madre Tierra por conducirte al camino de ser, desvinculándote de lo no inmediato y de lo no trascendente, siendo capaz de discernir y no perderte la intensidad con que late ese corazón del instante, el mismo que vibra en tu interior.
Te comprometes con el ahora y te casas con él. Es una unión de energía que no se romperá. Te sientes fortalecida. Las gaviotas vuelan en círculo. De pequeña te preguntabas si ellas podían tocar las nubes y entrar en el Reino de los Ángeles. Por eso, sientes algo de ese reino en los graznidos de las gaviotas. ¿Y si puedieras ver a los delfines, a las horcas, a las ballenas, a los cachalotes? Entonces llorarías de emoción pues son seres casi angélicos que elevan la vibración del mar. Cualquiera que los dañe, contribuye a bajar esta vibración y esto casionará daños ambientales.
Pero tú envías luz, invocando a los ángeles y pides el conocimiento para restablecer esa vibración.
Miras a tu pareja que se baña contigo y bromeáis juntos. Parecéis chiquillos alegres que disfrutan de su baño en el mar. Agradeces el tener a siempre contigo a ese compañero de alma, que te ha enseñado a creer en ti, a reconocer tu luz y a alimentarla. Te ha permitido ser y te ha alentado a sacar a flote lo que durante tanto tiempo estuvooculto. Te ha ayudado a recordar tu poder y a retomar tu cetro. Sólo puedes dar las gracias y ejercer tu misión con una sonrisa tan grande que no cabe ni tan siquiera en este mar infinito de sirenas y de
animales marinos de gran sabiduría y longevidad.
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Contemplas y sientes el horizonte y lo percibes tan profundo que es como si fuera capaz de contener al Universo entero y te preguntas cómodebe sentir ese inmenso contenedor de experiencias que percibe la vida desde afuera, como un testigo inmutable que habla a través de sus contenidos.
Agradeces la vida que tienes. El don de la vida resulta el mejor de los regalos pero hay que aprender a valorarlo trascendiendo lo que nos distrae. En compañía y en soledad, le das la mano al curso de la vida y en la placidez de este mar que te abraza, te sientes hermanada con
el reino animal y vegetal que contiene y le pides perdón en nombre de la humanidad por el daño sufrido. Sumida en la tranquilidad de esas aguas terapeúticas, tomas simbólicamente al planeta en tus manos y silbas un canto de amor que queda en los albores de una nueva era.
Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustraciones: Acuarela o Pastel
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