Hola, soy Emilú.
Desde la frescura de este valle inmaculado me elevo hacia los ángeles, mientras mi corazón baila de felicidad. Aquí lo etéreo cobra un sabor especial endulzado con la paz del instante.
Las flores se asoman como en un despertar masivo y brindan un aroma inconfundible que me recuerda que estoy en casa.
La hierba se adapta al entorno y es tan ligera y blanda que invita a tumbarse sobre ella y soñar.
La luz amanece con un colorido especial y único, cuando he abierto los ojos y he dejado atrás los sueños onríricos.
Estoy en una tierra perteneciente a los trabajadores de la luz que crearon un edén limpio, prístino y en unidad.
Mis latidos laten al unísono con las diversas especies animales que conviven conmigo y que adoro desde niña. Aquí son mis amigos y la comunicación con ellos es fluida y natural. Todos estamos en paz aquí.
Las nubes me acarician el aura y los pájaros emiten trinos celestiales para llamar a los ángeles. La divinidad es mi lema y el despertar mi mejor logro en la Tierra.
Me fusiono con la luz dorada de este amanecer y me veo como una niña vivaracha y valiente que tuvo el coraje de aceptar y enfrentarse al dolor del mundo para luego despedirse de él en armonía con el corazón.
Esa niña que fui me trajo aquí, a este paraíso de ángeles y de hadas donde la melodía del equilibrio del Universo compone cada nota del ahora.
La brisa me rodea y juega con mis cabellos. Yo la miro serena y le agradezco que su roce me recuerde que sigo aquí.
Sigo en este bosque repleto de praderas de bendición donde la naturaleza fresca y hermosa me sonríe y me abraza con la ternura de una madre. Es como si hubiera despertado de un sueño y al abrir los ojos, la magia literalmente se hubiera manifestado ante mi.
Aquí todo constituye un milagro que nace de adentro. Mi alma es la bandera que despliego en cada paso y me siento tan libre y liviana que puedo correr y volar con los ángeles, las hadas y los pájaros. Puedo acariciar a mi unicornio y cabalgar hasta llegar al infinito. El grado de libertad aquí es máximo y es un gozo. Vivo en bendición cada ahora, enraizada con el núcleo de cristal de mi amado planeta y dándole un beso de agradecimiento por estar aquí. Los besos se sienten en el aire. Todo aquí resulta amoroso y todo se presenta sin condiciones, a cambio de nada. El grado de respeto de todo lo que configura este lugar es total pues la serenidad fluye aquí de forma natural.
Experimento plenitud por el simple hecho de ser en este modo de vida fácil, desapegado, sencillo, humilde y amoroso.
Respeto a los que no perciben este nivel de sosiego enel alma pero les animo a que lleguen hasta aquí, a que se centren en su bienestar emocional y en su propia integridad pues constituyen la llave a un mundo encantador donde las maravillas desbordan la realidad terrenal y se elevan con creces hasta el núcleo del Creador.
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