Las flores estallan de belleza al amanecer, abrigadas por el rocío matinal y embelesadas por la energía solar que reconforta su sentir.
El palpitar de la existencia brota de forma natural cada día, experimentándose el milagro de la vida que garantiza la supervivencia de las especies en la Tierra.
Las hadas y los duendes celebran cada nuevo despertar del día, mientras los elfos tocan con sus instrumentos mágicos sus mejores melodías, hermanándose y sintonizándose con la energía solar. Atrás ha quedado la danza de las hadas de la noche que siempre sonríen a la luna y a las estrellas.
La vida se abre paso y las crías de los animales piden comida a sus progenitores los cuales se afanan en sustentar a su prole. La vida es un reclamo de luz y movimiento cuyo latido brota del corazón del Creador.
Las crías de los animales se adormecen con el calor del sol tras haber comido y caen en un dulce letargo, abrazadas por los ángeles.
La naturaleza amamanta y abastece a aquellos que la habitan y, por eso, merece nuestro respeto y admiración.
Las crías de los animales se vuelven curiosas exploradoras de su hábitat y juegan, custodiadas por sus progenitores y por los gnomos del bosque. Los gnomos habitan en los árboles y plantas a quienes consagran su vida y cuidan con esmero.
La existencia de los seres de luz del elemento Tierra gira en torno al bosque y ellos velan por protegerlo al haberse confraternizado con él desde su nacimiento.
El baile espectacular de las hadas nos conecta con la sintonización del movimiento y el equilibro que él genera en un ritmo perfecto cuya pareja de baile es el Universo.
La ligereza, la libertad y el desapego conforman las notas de esta danza de la magia que tranforma lo simple en sublime como obra cotidiana a través de la mirada que lo hace posible.
La paz del corazón es un bálsamo que tonifica las emociones y las eleva a una dimensión de unicidad desde el ahora. Todos podemos alcanzarla, si nos comprometemos con lo más íntimo del interno: el tesoro que nos conducirá a un propósito de vida en paz con el alma y que tan sólo es capaz de manifestar belleza y virtudes mediante los talentos que cada uno de nosotros es responsable de descubrir y de manifestar desde una claridad mental y confianza en uno mismo. Gracias a esta perspectiva, la vida se vuelve fácil, sencilla, sin prisas y no permitimos que nada ajeno al corazón nos condicione. Quien logra dar este paso, camina por la senda de evolución que nos permite detenernos, interiorizarnos y mirar hacia adentro, descubriendo así el velo de un potencial que estuvo aguardando mucho y qe se alía con nosotros en una fusión estelar que nos señala como creadores del destino, irradiando luz en cada acto.
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