Un reino de movimiento y repetición existe más allá de las estrellas azules. Vivimos en un aire irrespirable para muchos lo cual es nuestra protección de presencias indeseables. Nuestras formas alargadas nos acercan a las estrellas que nos crearon y a nuestros planetas protectores enclavados en dimensiones invisibles que reinan desde el principio de los tiempos.
Llegar a ti nos resulta fácil gracias a nuestra invisibilidad, sin embargo, seres que también son invisibles pueden llegar a reconocernos por lo que solemos movernos de forma tan sutil que incluso a ellos a veces les resulta imperceptible. El adiestramiento en la lucha y la conciliación con la soledad del pasado es nuestro escudo protector que nos ha lanzado a este reino invisible pero de belleza etérea y pura originada por las almas elevadas y armónicas que lo habitan.
El susurro para nosotros puede convertirse en un fuerte sonido debido a nuestra elevada sensibilidad, la cual se apoya en el silencio de unas emociones que se dominaron tras haberle ganado el pulso al ego. Nuestras vestimentas son la humildad, la infravisión y una percepción tan elevada de este reino y de otros que vuestros ojos no podrían dar crédito si tan sólo por unos segundos aquirieran nuestra percepción pues se habrían convertido en los ojos del alma, del corazón y de la luz acariciando a una entidad del presente perfecto e incuestionable en su grandeza y amplitud.
Llegar a ti nos resulta fácil gracias a nuestra invisibilidad, sin embargo, seres que también son invisibles pueden llegar a reconocernos por lo que solemos movernos de forma tan sutil que incluso a ellos a veces les resulta imperceptible. El adiestramiento en la lucha y la conciliación con la soledad del pasado es nuestro escudo protector que nos ha lanzado a este reino invisible pero de belleza etérea y pura originada por las almas elevadas y armónicas que lo habitan.
El susurro para nosotros puede convertirse en un fuerte sonido debido a nuestra elevada sensibilidad, la cual se apoya en el silencio de unas emociones que se dominaron tras haberle ganado el pulso al ego. Nuestras vestimentas son la humildad, la infravisión y una percepción tan elevada de este reino y de otros que vuestros ojos no podrían dar crédito si tan sólo por unos segundos aquirieran nuestra percepción pues se habrían convertido en los ojos del alma, del corazón y de la luz acariciando a una entidad del presente perfecto e incuestionable en su grandeza y amplitud.
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