En la dimensión de colores aspiramos a conocer el blanco de donde se originan el resto de colores y vestirnos en su pureza y cristalinidad. Por eso nos gusta observar a las nubes del planeta Tierra y recrearnos en sus formas curvas y mullidas construidas sobre un color blanco divino y armonioso.
En nuestra dimensión de colores la alegría es la vibración que lo empapa todo y se nos pide avanzar hacia una paz absoluta de espíritu. Nos ayuda observar a los humanos avanzados espiritualmente que emplean técnicas mentales que les conectan con la serenidad del infinito y la seguridad del ser.
En esta dimensión no existe el mal y todo se lleva a cabo desde la natural expresión de un espíritu inocente, sincero, libre, salvaje y hermoso, como el de un niño en La Tierra. Si no evolucionamos de la alegría del juego hasta la calma del espíritu podemos bajar a encarnar a La Tierra u otras dimensiones similares para conocer el dolor que nos aliente a disolverlo en la búsqueda de la paz del ser y regresar más preparados a nuestra dimensión de origen para ayudar y liderar a los nuestros.
En nuestra dimensión de colores la alegría es la vibración que lo empapa todo y se nos pide avanzar hacia una paz absoluta de espíritu. Nos ayuda observar a los humanos avanzados espiritualmente que emplean técnicas mentales que les conectan con la serenidad del infinito y la seguridad del ser.
En esta dimensión no existe el mal y todo se lleva a cabo desde la natural expresión de un espíritu inocente, sincero, libre, salvaje y hermoso, como el de un niño en La Tierra. Si no evolucionamos de la alegría del juego hasta la calma del espíritu podemos bajar a encarnar a La Tierra u otras dimensiones similares para conocer el dolor que nos aliente a disolverlo en la búsqueda de la paz del ser y regresar más preparados a nuestra dimensión de origen para ayudar y liderar a los nuestros.
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