Más alla del tiempo existe un espacio infinito que habita en cada uno de nosotros. La paz absoluta de la mente es su puerta de entrada. Este vasto espacio es el elemento primordial de mi mundo. Aquí sentimos el infinito en toda su dimensión. Él es nuestro padre y estamos unidos a él por el poder de la conciencia.
Vibraciones de luz inundan cada átomo que otorga movilidad a este espacio cambiante que ha aprendido a prescindir del tiempo para manifestarse. Al ocupar el lugar que corresponde, se llega a este espacio sin pretenderlo pues su llave es el desapego y soltar el control.
El regalo aquí es no depender ni dejarse condicionar por un tiempo que no existe y con el que nos hemos confabulado antaño pues hemos logrado que nosotros no nos adaptemos a él sino él a nosotros. Por tanto, hemos sabido liberarlo a la luz del infinito que, sin embargo, ahora es nuestro vestido de luz.
Vibraciones de luz inundan cada átomo que otorga movilidad a este espacio cambiante que ha aprendido a prescindir del tiempo para manifestarse. Al ocupar el lugar que corresponde, se llega a este espacio sin pretenderlo pues su llave es el desapego y soltar el control.
El regalo aquí es no depender ni dejarse condicionar por un tiempo que no existe y con el que nos hemos confabulado antaño pues hemos logrado que nosotros no nos adaptemos a él sino él a nosotros. Por tanto, hemos sabido liberarlo a la luz del infinito que, sin embargo, ahora es nuestro vestido de luz.
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