Un amanecer apacible abraza hoy este país de ensueño donde los pétalos de las flores se dejan caer sobre las olas para irse mar adentro y contarle al océano sobre las delicias acontecidas en tierra firme.
El sabor dulce de los plátanos, que se deshacen en tu paladar, te recuerda a los que probaste hace tiempo en un jardín relativamente cercano a tu ciudad natal pero que ahora se halla en el otro lado del mundo.
Te yergues fuerte y serena como las espigas de trigo que custodias y respiras hondo. Desde aquí tienes una panorámica privilegiada del planeta. Ante ti se abre una ventana de amor que puedes transferir allá donde desees y tú se lo envías a la madre de los volcanes para que lo extienda hasta el más lejano de los confines. La fuerza del volcán es estrepitosa pero tú sabes que seguirá tan sereno como tú pues la lava ya no humea en la corteza.
Imagen registrada en Safe Creative*
Te bañas de esta paz que curiosamente se respira y prosigues tu baño en las aguas cristalinas de la costa.
Luego te vas al interior del bosque y subes una colina hasta llegar al lago donde te detienes para invocar a divinidades femeninas, a las hadas y a las sirenas. Rodeadas de un halo de luz y de una corte de estrellas, ellas dejan notar su delicada presencia y tú te embebes de ella, cautivada por la pureza de su energía. Aquí todo es brillante, auténtico y prístino.
Retornas a tu hogar y sigues con el estudio de símbolos sagrados cargados de mensajes. Son claves guía que te permitirán reencontrarte con tu poder originario. Un oriundo del lugar, guiado por una fuerza misteriosa, se ofrece ayudarte y su ayuda te resulta muy fructífera. Él es un gran maestro que obedece al llamado de tu alma. Él colabora, te complementa pero lo hace de manera desapegada, desinteresada, para no interferir ni perturbarte.
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Los habitantes del lugar parecen haber llegado a un acuerdo tácito en el cual tu espacio sagrado, vital es respetado. Aquí te sientes libre como los animales del bosque y ese sentimiento es un antídoto poderoso contra la tristeza que antaño se había instalado en tu corazón.
Aquí has venido a sonreír y a ser tan despierta como tu niña interior. Cierra los ojos. Vuélvelos a abrir y contempla el paraíso virgen que la madre tierra ha preparado para ti y los tuyos. La flor de mango te invita a seguir recreándote en él...
Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustraciones: Pastel
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