Te cargas de energía navideña en este precioso lugar donde la fuerza y la unión de lo auténtico han tomado tu espíritu de niña alegre y despierta. Sigues viviendo un sueño despierta, atenta y consciente y sientes tan cerca a tus ángeles que sus alas te envuelven con el amor de los cielos.
Las sonrisas de los niños y el perfume de las flores de la pradera llegan a ti como el mejor de los regalos en este día tan especial con quien te identificas desde la luz y el desapego, sintiéndote hija del lugar y de la madre naturaleza, esa madre que nada te pide a cambio y que tanto te da. Hoy te consagras a ella y sellas un compromiso de amor incondicional en que nada os pedís la una a la otra pero en que todo os dáis sin ninguna expectativa y finalidad más que la del momento que os une como una sola alma.
Atrás dejaste los que pretendieron atarte como a una res para someterla a sus caprichos disfrazados de amor tóxico. Ahora eres tan libre como los animales que pacen tranquilamente en tu hogar y a quienes observas, recordando tu infancia. El mugir de las vacas, el balar de las ovejas y cabras y también el canto de las gallinas y otras aves domésticas como las ocas y patos, te retrotraen a una infancia de la cual recuperas, gracias a los animales, el puro sentir en estas tierras de paz y de compromiso con el medio ambiente y la humanidad que lo preserva. El canto del mirlo, de la alondra y de la abubilla vienen a ti con la misma naturalidad como lo hacen los niños del lugar con quien mantines un vínculo saludable y único.
Tus perros y avecillas te acompañan hoy en tu paseo matutino de la mano del sol y la brisa. Envías amor y luz con tus símbolos sagrados allá donde más se necesita y prosigues tu camino con la compañía lejana de las montañas vigías que te hablan a través del susurro del viento y del roce de las hojas de los árboles con el viento.
Quédate con lo mejor del momento, con ese abrazo desapegado que nada te pide pero que supone el alimento que tu alma precisa y que te ancla poderosamente, fuertemente arraigada al ahora con la fuerza de las raíces de las palmeras de la isla y del país. Quédate con la hermosura de esta país donde te sientes como en casa y donde los tuyos te han estado esperando durante mucho tiempo. Sabes que son ellos porque no tienen prisa ni son charlatanes, porque no toman tu espacio como si les perteneciera y porque son tus maestros del desapego y de la humildad. Por fin, te reuniste con ellos y compartís la magia de este valle azucarero y frutero, centro energético de tu ser. Este lugar tiene un sabor sagrado, destinado para ti.
Autora: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustraciones: Acuarela o pastel