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miércoles, 1 de agosto de 2012

Desde el reino omnisciente

A petición de los seres de reino omnisciente, transcribo la siguiente meditación transformadora:

Desde mi posición en sedestación respiro y me centro únicamente en ese acto vivificante, acompasado, rítmico y silencioso que me lleva puertas para adentro.

Mi visualizo en completa calma y me recreo en esta sensación de sosiego que brota de mi alma y que me recuerda mi verdadera esencia: la libertad de vuelo.

Una luz blanca me penetra en la coronilla y en dirección hacia abajo, recargando mis chacras, mis centros vitales y limpia todo lo que ya no debe permanecer conmigo. Visualizo como lo que no está destinado a aportar nada nuevo ni fresco, se va lentamente para retornar al lugar de donde provino. Y yo me siento pura, limpia, fresca y libre como el agua de un riachuelo que fluye y alimenta como muestra de la cristalinidad y transparencia que guía el alma del planeta Tierra. Para poder fluir el agua se ha aliado con elemento Tierra, su sostén, sin el cual ella no podría correr y juntos forman un equipo de nutrientes, conductor de la vida en la Tierra.

Desde mi posición, envío fuerza a mi colaboración con el entorno y con todos aquellos aspectos que facilitan la expresión de una conciencia sana y de unidad con el corazón. Sigo transmitiendo fuerza creadora a este pensamiento meditativo, envolviéndolo en color rosa y dorado y soltándolo en dirección a los ángeles, que ya están extendiendo sus alas para recoger al vuelo este elevado pensamiento y reconducirlo a su destino final. 

Sigo respirando y agradeciendo el simple acto de agradecer, que me demuestra que estoy viva, que estoy sintiendo, a eso he venido, a sentir, no a permitir que se me escape la vida. 

Estoy sintiendo el ahora en toda su plenitud y abasto, completamente centrada en mi respiración y en el Universo que habito y que ahora percibo desde dentro, desde mi santuario íntimo y apacible que me abraza el alma y que se queda con ella para destilar su energía, esa energía mía que cada vez mana más fluida, sana y serena, como el agua del riachuelo.

Sigo sentada, sola conmigo y con la magneficencia de todo lo que soy capaz de contener, y es como si la Madre Tierra me hubiera tomado entre sus brazos y me besara el alma con la ternura del mejor de los guías de luz.

Le agradezco al planeta todo lo que me ha dado, todo lo que me da y le envío energía reiki y todo lo que me surge en el ahora, mientras le pido a la madre que piso con mis pies que me de permiso para llegar energéticamente a su núcleo, profundo, inmenso y enigmático.

Los ángeles, las hadas y los elfos aguardan a mi alrededor, aunque yo no les vea, y se unen a mi meditación, alentándome a embeberme de la sensación de amor que me nace de dentro y que he recuperado, ese amor que siento por mí misma, por todo lo que soy y que baña cada compromiso que pronuncio y llevo a cabo. 

Desde que he decidido que cada gesto e iniciativa que emprenda, esté guiado por el amor, la vida ha tomado un cariz sereno y dulce que comparto ahora con los guías que me rodean, los cuales me han procurado el escenario adecuado para el desarrollo de mi misión. A ellos les doy las gracias por sus señales y les pido que sigan cerca de mi, orientándome e inspirando mi caminar de palabras.

Siguiendo mi meditación, recuerdo que ahora es el turno del agradecimiento y fortalecimiento de la energía del cuerpo y, por eso,  envío luz de sanación y amor a cada célula que forma parte de mis entrañas, a cada uno de mis órganos vitales y a todo lo que facilita que yo sea alma de vida y que pueda desarrollar mi vocación aquí y ahora.

Entregarme a estos momentos de meditación y contemplación interior me llena y me gratifica pero aún más satisfactorio me resulta enviar energía a los demás, a todos aquellos que sufren y a los que disfrutan, a los que están dormidos y a los que están despiertos, a los sanos y a los enfermos y, en definitiva, a cada rastro de vida sobre el planeta. 

Envío luz al reino animal y vegetal para que deje de sufrir, pueda respirar y ser en paz, desde su ser sintiente y feliz. También envío energía al mundo marino, al del agua dulce y a toda la belleza creada por el planeta para que pueda seguir brillando en todo su esplendor y sea respetada y venerada como la expresión más sagrada y divina. 

Envío energía ahora al reino humano y lo lleno de tanta luz que cada uno es libre de ser y de expresarse. Envío energía al planeta, a su núcleo y le sigo recordando que mi mayor bendición es ser hija de la Tierra, esa Tierra tan nuestra que yo he aprendido a amar y que tan encandilados tiene a mis guías, los cuales siguen todavía conmigo y que me piden que siga con este ejercicio de meditación a partir de ahora sin guiar ni ser guiada, simplemente, observando mi mente e irradiando la paz infinita y el gozo por el agradecimiento de ser todo lo que he venido a ser aquí y ahora.                            

   

1 comentario:

  1. Hola querida Ma. Jesus, estoy feliz de llegar justo a leer esta maravillosa meditacion que irradia tanta buena energia para la humanidad. Gracias por compartir y un abrazo enorme.

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