Los animalitos del bosque te saludan esta mañana y aparecen ante ti con total naturalidad. Te sientes bien con ellos. Ahora mismo, además, estás embriagada por el suave aroma de las flores que se cuela en los pliegues de tu alma y te hace sentir especial. En plena naturaleza encuentras tu hábitat sagrado o tu lugar en el mundo.
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Te bañas en aguas medicinales, terapéuticas en un santuario natural que pocos conocen pero tú respetas y amas el hábitat del planeta Tierra y por eso ostentas el privilegio de bañarte en sus aguas más puras y cristalinas. La temperatura caliente de estas aguas te relaja, sana tus articulaciones y tonifica tus músculos. Te sientes una privilegiada por poder disfrutar de este manantial sanador. Aquí trabajas por el planeta y por sus niños, esos destinados a cambiar el mundo y que tú instruyes desde tu intuición natural en las hadas, elfos, duendes y gnomos. A los niños les encantan esos seres pues les muestran como estar enraizados en el ahora y acceder al conocimiento supremo de cada instante.
Comulgar con el instante y con la propia alma es uno de los secretos del autoconocimiento y de la elevación espiritual que no precisa de la comprensión pero sí de la experiencia para autorealizarse, aunque al final gracias a la experiencia llega la comprensión global y holística de este organismo vivo que llamamos Tierra y que convierte en nuestra madre desde que nacemos. Estás encantada con tu situación, con tu perfecto estado de salud y con el color brillante de tus ojos, iluminados de forma natural por la luz de tu alma salvaje, libre y hadada. Estás en la Tierra y no precisas del tiempo para manejarte según tu alma te guía. Todo contribuye a tu propósito y nada interfiere.
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Las flores siguen oliendo tan bien como siempre y sabes que eso es porque los ángeles andan cerca. El olor a fresco de la hierba de la pradera y de la tierra recién llovida te recuerda tus orígenes infantiles, la pureza y la ausencia de miedo de esos días. Poco a poco vas recuperando los recuerdos de antaño, cuando simplemente eras antes de que te condicionaran para ser lo que no eres ni debías haber sido. Es posible recuperarte y ser lo que has venido a ser. Los niños y los animales te ayudan y juntos formáis el mejor de los equipos en plena naturaleza.
El clima cálido y lluvioso te gusta pues te hace sentir viva y a gusto en este idílico lugar cuyas ciudades están bien equipadas y disponen de todos los servicios que precisas. La sencillez y la humildad de sus gentes es tal que a veces lloras por la sensación de bondad que desprenden y más que personas, estas gentes te parecen ángeles sólo que son tan sencillos y modestos que no se consideran divinos pero tú hace tiempo que has percibido su divinidad en sus corazones y que eres consciente de su propio vuelo en el ser de cada uno de ellos. Por eso ellos aman su tierra, su gente, su familia, preservan el entorno, la naturaleza, las especies animales y vegetales y los admiras y respetas por todo ello. Son tus maestros. Maestros del Respeto y de la Humildad, tanto niños como adultos.
Los niños son niños sabios, destinados a ser grandes maestros espirituales desde el camino de la paz del espíritu y la creatividad del ser, de un ser amante de todo cuanto le rodea. Sientes palpitar el corazón de estas tierras en todas partes, en cada árbol, en cada río, en cada mar, en cada habitante, en cada volcán. Hoy los volcanes parecen querer hablarte y contarte historias de hace miles de años que pertenecen a estas hermosas tierras y a sus bellas gentes.
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Llévate un pedazo de piña a la boca y disfruta de su dulzura. Aquí todo es puro y limpio como el corazón de las hadas. Este lugar está repleto de ellas y por eso ellas te han traído aquí. Pronto entrarás en contacto con la cultura de los elfos y te convertirás en la vigía de la bahía: el mundo marino también precisa de ti. Delfines, horcas, morsas, ballenas, pingüinos, cachalotes y demás se convertirán en tu corte habitual para transmitirte la sabiduría de los mares, esa que ahora comparten con sirenas y ondinas. Aunque siempre has preferido la tierra firme, se te pide que medites por los mares y que les envíes todo tu amor, ese amor que debes aprender a sentir por ti misma con tanta fuerza como la de las olas que baten en los acantilados.
Autora: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustraciones: Acuarela y Pastel
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