Estimada Eva:
Sigues esa niña risueña y soñadora a quien las dificultades lastimaron, haciéndola dejar de sonreír a veces. Pero nosotros te recordamos que te seguimos queriendo tanto como antes y que te deseamos verte sonreír más. Por eso traemos el mundo infantil a tu realidad para que te acuerdes de seguir siendo niña y recuperar las sonrisas perdidas. Sonríe tanto como puedas y verás brillar la luz de nuestros ojos. Somos tus duendes, tus protectores más fieles, los que nunca te dejamos y abrazamos tus sueños.
Mujer fuerte y valerosa, caminas con dignidad y saboreas la fe en ti misma. Con el paso de los años has adquirido sabiduría y buen hacer como la maestra que eres. Tomas parte de esa sabiduría, en parte de la Tierra y en parte de las dimensiones mágicas a las que perteneciste antaño y que te convierten en especial y única para muchos. Ayudas a traerles alegría, tranquilidad, cuidado y a sentirse confortados, cómodos y incluso encantados con tu presencia pues perciben tu luz, tu magia discreta pero presente, tus sentimientos puros. Por eso, te conviertes en la bendición de muchos, en una lluvia suave que viene a consolar su corazón y a hacerlo sentirse mejor: a ser feliz, a eso vienes tú, Eva, a hacer felices a los que están dispuestos a acogerte en el corazón.
La vida te acaricia desde la magia del corazón y la dulzura de los niños, esos pequeños grandes maestros que tanto nos transmiten, a veces, sin palabras. Con sus movimientos armónicos, con su respirar acompasado nos recuerdan la viveza de la vida, su despertar, su inicio y cómo ésta se abre paso a pesar de todo. Ellos son los nuevos caminantes del planeta, la nueva generación destinada a traernos magia y recuerdos de otras dimensiones y pregonar a la Tierra que el cambio se hace necesario para que resultemos dignos del cielo.
Pequeños ángeles, Eva, vuelan a tu alrededor y te recuerdan el ambiente de juego y soltura, de desenvolverse con la naturalidad, espontaneidad propia de las almas jóvenes antes de que las costumbres sociales las condicionen a olvidar. Pero tú estás ahí hoy, Eva, para vivir sus recuerdos y compartirlos con ellas. Ellas te hablan de tus orígenes, de cómo era ese mundo al que vas a regresar en su día, con tanta sabiduría, con tantos libros bajo tus brazos, que vas a poder fundar tu propia escuela, como la gran maestra que eres de los niños y de transformar los espacios en un cuento de hadas.
De tus duendes, con amor
Para Eva
Autora texto: María Jesús Verdú Sacases
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