Querida Eva.
El sol luce hoy radiante y tus duendes seguimos contigo. Parece que hoy sonríes aunque sólo sea levemente pues sabes que algo infinito y grandioso guía tus pasos. Es la fuerza de la vida, la luz del alma, la libertad de tus alas lo que te hace seguir adelante y comprender más ampliamente.
Quédate juntita, a nuestro ladito, quietecita. Acomódate en la confortabilidad de tu cama y sueña con nosotros y con tu río azul celeste. Ese en el que jugabas cuando eras niña y en el que ahora nadamos y bailamos serenatas. La noche te envolverá en su manto estrellado y te regalará el mejor de tus sueños.
Cuando estés postrada, tumbada en tu cama, cuenta una por una las experiencias de tu vida que te dejaron una sonrisa y con ello conseguirás que nosotros riamos más y nos sintamos más felices al verte rememorar lo bueno. Se cayó el dolor pero aún quedan los restos. Siéntete bien, respira hondo y tu salud mejorará pues si estás nerviosa, empeoras los síntomas.
Imagina que una corriente luminosa de paz te toma de rehén en un castillo encantado en el que ocupas el trono que te corresponde. Toma tu cetro y sigue sintiéndote bien, como la reina que eres tomando el
control de tu fortaleza a la que amas tanto como a tu propio cuerpo.
Sigue conservando este sueño cada noche, antes de quedarte dormidita y entrégalo al Universo. Él te regresará algo a cambio pero no te preoucupes por cuándo o cómo. Buenas nuevas te esperan. Te enviamos
nuestro amor.
De tus duendes juguetones y celestes
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