Eva:
Pasamos a tu lado de puntillas, con silencio, para no despertarte. Mi niña, te cuidamos y te soplamos nuestros sueños y procuramos que tú evoques los tuyos para que no los olvides y los tomes de la mano con el amor de un niño que, feliz, contempla y persigue a una mariposa.
Nuestra luz incide en tu piel y nos pareces entonces más luminosa que una estrella azul. El cielo ovaciona tus pasos y te admira por tu fuerza y dedicación en el camino. Te aplaudimos y abrazamos en cada una de tus sonrisas. Secamos tus lágrimas y experimentamos la tristeza a través tuyo pero nos entristece de veras que sigas llorando. Seca tus lágrimas y abrázanos. Siempre estamos contigo, también los estábamos cuando eras niña e ibas al campo. Contigo jugábamos y seguimos en todo momento a tu lado.
Camina sin prisas y mira el sol. Llénate de su calor, de la calidez de sus rayos y no olvides que tras cada rayo estamos nosotros y las hadas.
Te abrazamos y acariciamos tus sueños.
Para Eva de tus duendes.
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