Querida Eva:
Sigue
adelante con coraje y no prestes tanta atención al exterior, no te dejes consumir. Fortalece tu
campo interior y trabaja sintiendo su calor incluso cuando estés
haciendo tus tareas,
siempre que te resulte posible.
Si no puedes evitar el exterior,
entonces trata de que no te afecte y no pierdas de vista el ritmo de tu
respiración. Siempre que seas consciente de ella, se manifestará tu
conciencia y tu ego, que se siente dañado por cualquier
pretexto, no podrá entrar en acción y, por tanto, no te sentirás mal o
no te sentirás tan mal. Trata de asistir a algún templo, santuario o
iglesia cercano a tu domicilio para, en silencio y privadamente,
recargarte con la energía divina, el espíritu de Dios, y
pídele fuerza y orientación.
Siembra en tu camino sólo lo que desees
recoger y convéncete de que todo el mundo acaba recogiendo el fruto de
sus acciones pues el karma o justicia divina se aplica a todos sin
excepción en la Tierra. Encontrar a personas desagradables
puede resultar el fruto de las acciones de vidas pasadas pero aceptarlo
sin someternos, empezará a allanar el camino. La aceptación acaba por traernos la
disolución de una situación. Aceptación hasta que la situación
pueda manejarse, cambie por sí misma o si nada de ello
puede hacerse, apartarse o rendirnos a la voluntad divina. La rendición
atrae milagros a nuestra vida pero también pueden atraerlos las otras
opciones.
Contempla la vida como un regalo, un milagro en sí mismo, que
muchos no saben valorar. Pero tú sí. Siempre
que te sea posible siente tu espacio de libertad, sonríe a tu niña
interior. Ella vela por ti y nunca se olvida de darte un abrazo por las
noches antes de acostaros.
En tu almohada reposa la energía del día y de
la noche. Acuéstate con pensamientos agradables
o si lo prefieres, no pienses y tan sólo sigue consciente del ritmo de
tu respiración para ensanchar tu campo de energía, restablecerlo,
fortalecerlo respecto a las impresiones sufridas durante el día. Cuando
durante largo tiempo eres consciente, experimentas
el milagro de la respiración consciente te vuelves presente y alimentas
a tu aura. La insconsciencia de los demás no puede prevalecer ante un
ser consciente. Así que trabaja tu presencia. No resulta fácil sobre
todo porque todo está diseñado ahí afuera para
distraernos del interior, allá donde nos reencontramos con la presencia
divina que todos somos. Pero inténtalo, sé constante, persevera y no te
desanimes.
Tu mente es fuerte, sigue entrenándola y trata de estar
presente el máximo de tiempo posible. Respira,
siente tu calor interior, esa fuerza que aviva, que alienta, que es
pura vida. Siéntete latente, vibrando al unísono con cada ahora. Parece
simplón y fácil pero no lo es tanto al principio. No te desalientes.
Esta es una partida interior que tienes ganada,
si eres tenaz en los intentos. No desfallezcas. Respira hondo y sigue
consciente de cada latido de vida que te nutre y te permite seguir
viviendo.
La vida es nuestro mayor don, es el regalo que nos hicieron
nuestros progenitores y hay que saber honrarlo y
honrarlos por ello. Siente el amor, la expansión, la amplitud que de
forma natural residen en tu interior. Trata de dejarte caer en su
vastedad y te aseguramos, Eva, que cuando tán solo la hayas conseguido
saborear unos instantes, ya no podrás cejar de esforzarte
en tu empeño. Respira, nosotros, tus duendes, respiramos contigo.
Imaginános observándote, simpáticos y sonrientes, mientras respiras
conscientemente porque nosotros lo haremos contigo para darte fuerza y
esperanza... Ilumina tu interior y siente tu luz sanadora.
Repasa esta luz a menudo, supervisa que siga allí, experiméntala,
mientras respiras y mientras respiramos junto a ti... Te enviaremos luz
azul y mayor protección para facilitarte este propósito.
De tus duendes, con amor
Para Eva
Autora texto e ilustración: María Jesús Verdú Sacases
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