Querida Eva:
Sabemos de tu pesar y de tus penurias y también de tu firme intención de sonreír a pesar de todo. Los pequeñines son ese rayo de luz al alba que nos anuncia que la vida sigue y el el brote de cada flor o de una nueva criatura que está por nacer son los milagros por los que la vida se abre paso y toma cuerpo. Tú formas parte de ese milagro al sentirte tan feliz, cuando colmas de atención y cuidados a esos chiquitines que llenan tu vida de magia y de dulzura, esos a los que tú ayudas a caminar en las primeras etapa de tu vida.
Sabemos de tu pesar y de tus penurias y también de tu firme intención de sonreír a pesar de todo. Los pequeñines son ese rayo de luz al alba que nos anuncia que la vida sigue y el el brote de cada flor o de una nueva criatura que está por nacer son los milagros por los que la vida se abre paso y toma cuerpo. Tú formas parte de ese milagro al sentirte tan feliz, cuando colmas de atención y cuidados a esos chiquitines que llenan tu vida de magia y de dulzura, esos a los que tú ayudas a caminar en las primeras etapa de tu vida.
En lugar de centrarte en lo negativo, tomas a la vida de su mano positiva y valoras cada paso hacia delante. Seguiremos ayudándote con tu malestar físico para que no decaigas y el gozo brille en tus ojos. La autonomía es el regalo que te da alas para volar, tu billete hacia la libertad y ese regalo va a seguir siendo tuyo, ¡cómo no!. Desde ahora, nuestros ojitos azules te miran con complacencia y te envían alitas de libertad y estrellitas de luz celeste, suspiros amorosos que tú sabrás reconocer y acoger en tu gran corazón. Estamos atentos a tu diario camino, aunque no te resulte fácil circular por él. No elegiste una opción fácil pero la llevas a cabo con sabiduría, humildad y amor por ti misma y eso nos hace sentirnos orgullosos y satisfechos de tu paso por la Tierra.
La madre tierra no va a abandonarte, ella es tu madre y te acogerá con el amor verdadero de una madre hacia su hija. Déjate abrazar por cada rayo de luz y déjate refrescar por la suave llovizna del amanecer. La brisa te acariciará, jugando con tu cuerpo luminoso, como lo hace con las hadas del alba. Quédate calladita, escuchándonos y sintiendo nuestros susurros, murmullos amorosos que se cuelan en los poros de tu piel para fluir en ella como la corriente del arroyo.
Estamos en ti, Eva, somos tus duendes asules y vamos a seguir ayudándote para que sonrías tanto como tus niños. Vas a reconocernos pues vamos a imponernos a tu realidad, a hacernos presentes en tu corazón y a comunicarte mediante señales cuánto te queremos. Te admiramos, te protegemos y velamos por ti. Estás siendo cuidada y guardada por nuestra quinta y sexta dimensión, con el poder de llegar a la Tierra. Vamos a brindarte más energía y a hacer que te sientas renovada, niña, nueva, fresca como la brisa matutina que se deja caer en el mar. Serás resarcida por el daño sufrido pues los que hoy se alzan, mañana pueden tambalearse o perder su posición, sin embargo, tú permanecerás firme en tu posición amorosa.
De tus duendes azules, con el amor de nuestro corazón.
Para Eva
Autora texto: María Jesús Verdú Sacases